El mandato de José María Gutiérrez Casares, iniciado en 1980, marcó la entrada de nuevas ideas de modernización y adaptación de la Cofradía a los nuevos tiempos. Este período significó un auténtico auge, dinamismo y revitalización de la Hermandad, logrando enriquecer enormemente el patrimonio. La Cofradía volvió a ocupar el papel que le corresponde en la Semana Santa como hermandad de solera, regresando a sus orígenes con la recuperación del ejercicio del Santo Vía Crucis durante el recorrido procesional.
Tras veinticinco años sin procesionar, el Miércoles Santo de 1981 tuvo como novedad la incorporación de Nuestra Señora del Mayor Dolor a la Semana Santa en un nuevo paso de palio, pudiendo sólo llegar hasta San Andrés a causa de la lluvia.
Debido al deseo de procesionar la imagen del Señor por hermanos costaleros, se restauró la talla de Jesús del Calvario, necesitada de reforzamiento interno, por el escultor Miguel Arjona Navarro en 1984.